¿De verdad importa lo que enseño en mis clases de música?

Si hace algunos años me hubieran hecho la pregunta ¿de verdad importa lo que usted enseña en sus clases de música? me hubiera dedicado a enlistar una serie de razones por las cuales podría justificar que lo que yo enseño es muy importante.


Sin embargo, bien decía Heráclito hace más de 2500 años que “lo único constante es el cambio”, ya que durante el último año y medio las experiencias en el aula de música me han permitido profundizar en mi nivel de comprensión de lo que es (o debería ser) la educación y darme cuenta que lo que yo enseño no es tan importante.


Podrían pensar que no tiene ningún sentido que una maestra de música diga que lo que ella enseña no es importante, pero es que esto no se trata de la música, ya que igual lo diría si fuera maestra de español, inglés, matemática o cualquier otra asignatura.


El mundo de hoy en día se caracteriza por la velocidad con la que evoluciona la tecnología y todas sus aplicaciones en nuestra vida diaria. Sin embargo, la educación se ha quedado estancada en modelos de hace siglos y los pocos y pequeños intentos de avance no han sido suficientes para ponerse al día. ¿De qué le sirve a una persona aprenderse de memoria los datos de un evento o personaje histórico, si actualmente es muy probable que en su bolsillo ande un dispositivo electrónico que le permita acceder a un sinfín de información relacionado con ese evento o personaje? y específicamente en la música ¿de qué le sirve a un niño o niña saber que la guitarra es un instrumento de cuerda, si con una simple búsqueda en internet podrá saber las diferentes familias de instrumentos musicales?


Entonces, ¿qué sentido tiene ser maestra si lo que enseño no es importante? Para responder a esta pregunta quisiera primero hacer referencia al propósito que he encontrado en mi labor. Ciertamente algo que siempre he tenido muy claro es que no pretendo que todos mis estudiantes se conviertan en músicos profesionales o tan siquiera que les guste la música. Soy maestra porque quiero aportar un granito de arena en la formación de mis estudiantes, para que en un futuro sean seres humanos con las sensibilidad y habilidades necesarias para triunfar en cada meta que se propongan y para que ellos y ellas desde sus trincheras también puedan contribuir en la formación de las futuras generaciones.


Ahora sí, volviendo a la pregunta ¿qué sentido tiene ser maestra si lo que enseño no es importante?, durante los últimos meses me he dado cuenta que lo que yo enseño no es importante, sino que lo realmente importante es lo que los estudiantes aprenden. A primera vista esto podría parecer un simple juego de palabras, pero quisiera ilustrarlo con algunos ejemplos que he tenido la oportunidad de observar en mis estudiantes.


Enseñar a niños y niñas a leer música no es importante si ellos por sí mismos no aprenden que se trata de un sistema de símbolos con un significado y que pueden establecer conexiones con otros símbolos que nos comunican otros tipos de mensajes.

Un estudiante que luego de aprender a leer sus primeras notas musicales manifieste algunas ideas de cómo crear su propio sistema de notación musical estará llevando más allá lo que yo le he enseñado y estará creando su propio aprendizaje. O bien si solamente se le han enseñado unas cuantas notas y por sí mismo descubre cómo saber la ubicación de las otras notas, estará demostrando ese estudiante un nivel de comprensión más profundo que si solamente es capaz de repetir sin cuestionar lo que se le ha enseñado.


Otro ejemplo sería al ver las familias en que se clasifican los instrumentos musicales. Tradicionalmente se enseñaría que existen las familias de los instrumentos de viento, cuerda y percusión. Pero, qué maravilla sería que una estudiante decida construir un instrumento que pertenezca a más de una familia o que otro estudiante proponga una nueva clasificación de los instrumentos. O bien, que al indagar sobre el funcionamiento de los instrumentos de viento metal, una estudiante de tan solo 5 años sea capaz de desarmar y volver a armar una trompeta, demostrando así grandes habilidades de pensamiento.


Y finalmente un tercer ejemplo es cuando estudiamos obras musicales de diferentes épocas, lugares y compositores. En lugar de evaluar lo que los estudiantes recuerden de memoria de esas piezas, ¿no sería mejor aún invitarles a que ellos mismos compongan una pieza musical que les permita transmitir algún mensaje? y que producto de eso cada estudiante con sus particularidades sea capaz de crear un producto artístico hermoso porque expresa su singularidad. Pero no solo eso, sino que además al trabajar en grupo demuestren grandes avances en sus habilidades sociales y de comunicación pues fueron capaces de solucionar de la mejor manera los conflictos que se presentaron en el proceso.


Estos son sólo algunos de los ejemplos que he podido atestiguar en mi clase de música y que me llevan a pensar que lo más importante es lo que cada estudiante aprenda ahí, considerando que cada quien aprenderá algo diferente pues se verá influenciado por su contexto, gustos, preferencias y experiencias previas. Y es por esto que me atrevo a decir que lo que yo enseño no es lo importante, sino que lo que en realidad importa es lo que cada estudiante aprende. Eso sí, afirmar lo anterior supone la responsabilidad de asumir el rol de la maestra que, en lugar de enseñar para que los estudiantes aprendan a repetir, facilita experiencias significativas para que todos y cada uno de sus estudiantes puedan construir por sí mismos su aprendizaje, un aprendizaje a su medida.




Melissa Valverde Umaña.